sábado, 5 de septiembre de 2009

Memorias de un beduino


Recordaré siempre su figura menuda, sentada a mi izquierda en el hemiciclo, justo al lado de mi oido negado, y sonriéndole todas las veces en que ella me hablaba y yo no la oía. Cualquier día podía haberme pedido la independencia de Guipúzcoa y Zaragoza, y yo, sonriente, habría respondido que sí a sus pretensiones.

En uno de sus viajes, en esta ocasión a Escocia, le pedí que me trajese una buena gorra de esa tierra, y me trajo la mejor, la que, por mucho que le llueva encima, no se cala.





Memorias de un beduino en el Congreso de los Diputados (José Antonio Labordeta 2009)

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