sábado, 21 de noviembre de 2009

Alzheimer


Para que no se enteren de que me he marchado, dos grandes cojines simulan mi encamada silueta. Cruzo el vestíbulo y alcanzo la calle por los solitarios pasillos de la residencia. Acelero mi paso y siento como el corazón me podría salir por la boca, soy libre!

De repente, unos gritos hacen que me vuelva para ver, como dos celadores corren hacia mí con cansino trote y resignado gesto. 


Suerte tienen de mis noventa años y que no recuerdo siquiera que diablos hago ahora mismo en la calle. Instintivamente, decido correr, creo que hoy sí logro llegar a la esquina.

domingo, 15 de noviembre de 2009

Que vuelvan ya!


Mientras recojo mi destino del frío suelo de la cocina, los gritos de Sonia, convertidos ya en desconsolado llanto, se terminan de ahogar tras la puerta de nuestra habitación. Siempre crees estar preparado para volver, pero un escalofrío te estremece, cuando entre el correo, ves asomar el membrete de la Agencia. 
Al levantarme, mi mirada se cruza con la de Anita, descalza bajo el arco que da al salón, y que con inquisidora mirada, comienza a cuestionar en silencio mis numerosos viajes al pueblo, a cuidar de la abuelita.
¿pero quién diantres se marcha a pescar atunes a Somalia?







   


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