domingo, 4 de enero de 2009

Leamos un poquito más, seamos un poquito más libres

Ya estamos en un nuevo año. Y qué año nos espera!


Nosotros, los del ombligo bonito, tan occidentales, tan del primer mundo, modernos y avanzados, capaces de “fabricar” una crisis financiera que ríete del crack del 29, deberíamos aprovechar mejor el tiempo.

Por no hablar de la multitud de conflictos bélicos con los que nos desayunamos todos los días, Afganistán, Iraq, la lamentable historia interminable entre Palestina e Israel... parece mentira que todavía no se haya montado la gorda... y de lo que no nos debemos enterar...

Y casi mejor así, no te parece? La ventaja que tenemos los que somos unos completos ignorantes, es que esa ignorancia es directamente proporcional a nuestra felicidad. Cuanto más ignorantes somos, más felices nos sentimos... por ello es de agradecer que nos cuiden y nos cuenten lo que les dé la gana.

No participo como activista en ningún
pro-algo o anti-no-se-qué, mi vida no es tan interesante. De hecho, hace unas horas he visto en la tele el resumen del partido del Barça de esta semana, y puedo asegurarte que esa crucial información velará por que mis sueños de esta noche sean placenteros y felices.
En ese mismo noticiero informan también de todos los problemas y conflictos comentados anteriormente, pero he aprendido a "resetear" mi mente al segundo de haberlos almacenado. Eso, si no he obviado la información directamente tal y como llegaba, que también es otra de mis habilidades.

Ante tal panorama, y coincidiendo con estas fechas, me doy cuenta de que mis buenos propósitos para este año, seguir sin fumar, adelgazar y tratar de leer un poquito más, aparte de ser francamente originales, no contribuyen en nada a mejorar problema alguno del mundo en que vivimos.

Seguro que tú, que sí eres una persona comprometida, habrás tenido muy en cuenta estos temas a la hora de plantear lo que quieres para el nuevo año, y sabrás qué hacer para mejorarlo... o tal vez no... y como tantos, no nos quede otra que esperar pacientemente a que las cosas “sucedan”, y que alguien que no nos conoce ni sabe de nosotros, determine la penitencia que deberemos pagar por nuestros pecados.


Tal vez en un mundo como en el que vivimos, una de las pocas formas de sentirnos un poquito libres, estupefacientes aparte, sea viviendo nuestras propias historias en las páginas de un buen libro. Además, contamos con una gran ventaja, si no nos gusta nuestra aventura, procedemos a cerrarlo y no pasará nada. Siempre podemos esperar a disfrutar de nuestro momento de libertad al abrir el siguiente.


Por ello te invito a compartir uno de mis propósitos para el nuevo año, además de este artículo que os adjunto, que ha atraido mi atención hoy entre tanta notícia desagradable... leamos un poquito más, seamos un poquito más libres.







4/1/2009 PEQUEÑO OBSERVATORIO (El Periodico de Catalunya)



Vestuario especial para leer
JOSEP MARIA Espinàs

Cuántos libros se habrán regalado por Navidad, fin de año y Reyes? Menos que juegos de ordenador, supongo. Pero un libro tiene un grosor, un peso, un tacto que no se encuentra en nada más. Ir pasando páginas de un libro es como avanzar por un camino e ir pasando hitos. Leer es un pequeño viaje, pero lleno de estímulos.

Naturalmente, no existen dos libros iguales ni dos lectores iguales. Un mismo libro puede ser apasionante para unos y aburrido para otros. Puede ser educativo, reconfortante, proporcionar placer, sonrisas, reflexiones. Cada libro ofrece la posibilidad de que cada lector lo haga suyo a su modo. Antes de que se pusiera de moda el término interactivo, los libros ya lo eran.

Claro que, cuando se regala un libro, es conveniente pensar si va a gustar a la persona que lo recibe. Pero la duda no debe paralizar. Un libro tiene un final, pero no es un espacio cerrado. Contra todas las previsiones, un libro puede decepcionar o puede entusiasmar. Además, no es forzoso leer un libro determinado. En el fondo, lo que realmente importa es ponerse a leer. Si hemos adquirido el hábito de la lectura, no tendremos ningún escrúpulo si dejamos de leer un libro. Ya encontraremos otro que nos satisfará. Si hemos empezado a interesarnos por los vinos y hay uno que no nos gusta, ya elegiremos otro. Es lo mismo que hacen los aficionados al cine.

En un excelente artículo, Sergi Pàmies habla de la lectura con aquella sutil ironía que le es propia. Alude a la campaña de la Generalitat que se basa en este lema. "La lectura nos hace más libres". (Si no me equivoco, hace años propuse un artículo con este eslógan: "Más libros, más libres", aprovechando el parecido de las dos palabras). Pàmies dice que el prestigio de la lectura casi asusta. Todas las virtudes que se atribuyen a los libros son ciertas, dice, pero pueden provocar una adicción y quizá estaría bien que en cada ejemplar figurara este aviso: "Lea con moderación". Y prevé que se activarían inmediatamente nuestros mecanismos de contradicción y leeríamos demasiado. Me gusta esta idea de prohibir para estimular, y me lleva a pensar en el planteamiento que yo hice un día. Proponía que si la lectura se quería que fuese popular habría que obligar a quien quisiera leer a ponerse un determinado vestuario. Un chándal de color fucsia y un gorro negro con puntitos blancos, por ejemplo. O sea, una especie de uniforme llamativo, sin el que no estuviera permitido leer. Seguro que habría un alud de lectores.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

Sí señor, Santi, hay que leer que es una de las mejores maneras de disfrutar de tu propio tiempo. A mí desde hace ya algunos años los Reyer Magos no me regalan nada más que libros, y sólo a veces se cuela algún clacetín o algún perfume por entre medias. Este año ha sido especialmente abundante en libros, tanto que muchos tendrán que esperar bastante tiempo antes de que pueda leerlos. A ver si me acuerdo de todos:
- Todo fluye de Vasili Grossman (esta maravilla la empecé ayer por la noche).
- Herzog de Saul Bellow.
- Ronda Marsé de Ana Rodríguez Fischer.
- Tres rusos muy rusos de Enrique López.
- La extranjera de Serguey Dovlatov.
- En tierra de nadie de Santiago de Pablo.
- El viaje a la ficción de Mario vargas Llosa.
Y yo vuelvo de mis vacaciones tan contento cargado con mis libros, y los hojeo y me imagino el momento en que podré comenzar a leer cada uno de ellos y disfruto tanto (a veces incluso más) que cuando los leo.

Fdo. El Camionero de Olmedo.

Santi dijo...

Cuanta razón tiene Sr. transportista, razones aprendidas con seguridad en esa gran universidad de la vida que es la carretera...

Permita sugerirle que, siendo compatible con su actividad profesional, especialice la misma en las complicadas entregas de Gran Superfície, entregas estas que, sin gran esfuerzo y casi diría que con normalidad, le van a asegurar tediosas esperas de varias horas, que poder dedicar a la lectura, pudiendo aunar de esa manera sus dos grandes pasiones, pienselo...

¿Como viniste a parar a este Blog?