lunes, 20 de abril de 2009

La Isla Desconocida



Ella mantuvo las velas, una en cada mano, él encendió un fósforo, después, abrigando la llama bajo la cúpula de los dedos curvados la llevó con todo el cuidado a los viejos pabilos, la luz prendió, creció lentamente como la de la luna, bañó la cara de la mujer de la limpieza, no sería necesario decir que él pensó, Es bonita, pero lo que ella pensó, sí, Se ve que sólo tiene ojos para la isla desconocida, he aquí cómo se equivocan las personas interpretando miradas, sobre todo al princípio.

Ella le entregó una vela, dijo, Hasta mañana, duerme bien, él quiso decir lo mismo de otra manera. Que tengas sueños felices, fue la frase que le salió, dentro de nada, cuando esté abajo, acostado en su litera, se le ocurrirán otras frases más espiritosas, sobre todo más insinuantes, como se espera que sean las de un hombre cuando está a solas con una mujer.










El cuento de la Isla desconocida - José Saramago (1998) - Premio Nobel de Literatura 1998.

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